El Edge es un dispositivo pequeño y rectangular con una pantalla táctil de 6,8″, equipado con un chip Qualcomm Snapdragon y que funciona con Android, pero no te refieras a él como teléfono, o al menos no con un representante de Razer delante. Razer insiste en que el Edge no es un simple smartphone (o tablet), sino una consola de juegos por derecho propio. Incluso viene con su propio mando, pero en realidad se trata simplemente de un gamepad desmontable, una versión mejorada del antiguo accesorio Razer Kishi (que normalmente se utiliza con, oh sorpresa, un teléfono). Pude probar el Edge en la Cumbre Snapdragon de Qualcomm, un año después de que las dos empresas sorprendieran al colaborar en el kit de desarrollo de hardware para el Snapdragon G3x Gen 1, el chip que ahora se encuentra en el Edge. Will Powers, de Razer, quiere distanciar al Edge (y, de hecho, a la propia Razer) de ese primer hardware. Afirma que Qualcomm se encargó del diseño industrial del kit de desarrollo, y llega a decir que está “muy cabreado” por el hecho de que el móvil llevara el nombre de Razer. No es que ese kit de desarrollo tuviera nada malo como prueba de concepto, pero es justo decir que Razer ha tomado una dirección diferente con el Edge. El mayor cambio es el paso a un dispositivo discreto con un gamepad desmontable. El Kishi V2 Pro no se puede comprar en ningún otro sitio (por ahora), pero el formato es bastante familiar, con un gamepad dividido que se sujeta a ambos lados de la pantalla con la ayuda de un pilar trasero extensible. La buena noticia es que, una vez montado, el Edge parece sorprendentemente robusto (te olvidarás enseguida de que técnicamente está dividido en dos partes) y la sensación en la mano es suave y fluida, con unos controles satisfactoriamente precisos como los del mando V2 Pro. Los bordes rectangulares y el diseño negro sugieren una clara herencia de los dos Razer Phones que la compañía lanzó hace unos años, aunque en realidad el acabado de plástico texturizado y la parte trasera ligeramente curvada me recordaron más a la tablet Nexus 7 de Google, mucho más antigua: un diseño anticuado, pero en absoluto malo. El hecho de que solo la tablet/teléfono pese 243 g (con otros 140 g encima para el mando) hace que sea sorprendentemente pesado (más que una Switch pero menos que el Steam Deck), pero eso contribuye a que parezca de primera calidad. El uso del Gorilla Glass en la pantalla ayudará a protegerla de arañazos, aunque Razer no pudo decir qué versión del cristal protector está usando. La ventaja de usar este diseño dividido es que el Edge se divide para ser más compacto cuando quieres guardarlo, y también te da un factor de forma más natural cuando quieres usarlo para jugar a juegos normales de Android o (que no te escuche nadie) simplemente usar algunas apps móviles estándar. Y es que el Edge ejecuta Android. Desde el punto de vista de los juegos, eso te da acceso a todas las apps habituales de la Play Store, un montón de opciones de emulador y, por supuesto, juego en la nube a través de aplicaciones como Xbox Game Pass Ultimate y GeForce Now. Razer incluso se toma la molestia de preinstalar la aplicación Epic Games Store, que ya no está disponible en la Play Store. Es fácil acceder a varios juegos instalados o servicios de streaming a través del panel Nexus personalizado de Razer, al que puedes acceder en cualquier momento pulsando un botón. Con mosaicos gruesos para cada juego, tiene más en común con el software de Switch que con el de teléfonos que hayas usado en el pasado, y el énfasis está claramente en la facilidad de uso. Otras características exclusivas son la intensidad háptica ajustable y las entradas de botón reasignables, junto con la opción de configurar qué juegos (u otras aplicaciones) aparecen en la interfaz Nexus. Si echamos un vistazo en su interior, nos encontraremos con Android 12 (y no con el más reciente Android 13, sobre el que Razer no se pronuncia). Esto significa que el Edge puede funcionar como una tablet compacta o como un teléfono secundario, sin que nada te impida instalar en él desde Instagram hasta WhatsApp. Por supuesto, esto plantea el mayor reto al que se enfrenta el Edge: ¿por qué debería alguien comprarlo en lugar de simplemente hacerse con un mando Kishi para su teléfono actual? El argumento de Razer a favor del Edge es triple. En primer lugar, el Edge lleva su propia batería. La empresa no se pronuncia sobre la duración exacta de la batería de 5.000 mAh, pero tiene aproximadamente el mismo tamaño que un teléfono insignia normal, si no un poco más, lo que debería darte una idea. Y lo que es más importante, significa que puedes jugar en el Edge sin consumir la batería del teléfono, así que en lugar de llevar una batería portátil, puedes cargar con un dispositivo portátil adicional. En segundo lugar, la compañía argumenta que, eliminando algunas de las características asociadas a un teléfono, es capaz de mantener el Edge centrado en su objetivo y asequible. Sin sensor de huellas dactilares, con solo 128 GB de almacenamiento integrado (aunque se puede ampliar mediante microSD) y una única cámara selfie de 5 MP, Razer ha conseguido que la versión Wi-Fi del Edge cueste solo 400 dólares, la mitad que un teléfono de gama alta. Por supuesto, eso es un punto discutible teniendo en cuenta que presumiblemente ya tienes un teléfono. Si tienes un presupuesto fijo, te saldrá más rentable un teléfono de gama alta y un mando Bluetooth que un teléfono barato y un Edge. Así que todo se reduce al argumento número tres: el Edge es simplemente mejor para jugar. En este caso, los elementos que pueden causar retardos son la red (para los juegos en la nube) y la potencia de procesamiento y la refrigeración (para los juegos locales). La versión estándar del Edge, de 400 dólares, es solo wifi, aunque admite el moderno estándar Wi-Fi 6E. También está en camino una versión 5G, pero será exclusiva de Verizon en Estados Unidos y de momento no hay señales de que vaya a lanzarse en otros países. Para ser sinceros, esto va en contra del Edge: tu teléfono también tiene wifi, probablemente tiene 5G, y si lo compraste el año pasado es probable que incluso soporte esas mismas velocidades del Wi-Fi 6E. De hecho, podrías conseguir un teléfono 5G barato por menos de los 400 dólares que cuesta el Edge con wifi, y podría decirse que tienes una mejor configuración para jugar en la nube desde el principio. Luego está el juego local. El Edge es el primer dispositivo que se lanza con el Snapdragon G3x Gen 1, un chip de Qualcomm creado específicamente para el hardware de juegos. Es mucho más potente que el Snapdragon 720G básico de su rival directo más cercano, el Logitech G Cloud, que carece por completo de la opción 5G. El G3x debería estar a la altura de los teléfonos insignia, aunque como se lanzó hace más de un año basado en la arquitectura del chip Snapdragon 8 Gen 1 para teléfonos, aún no está claro cómo se comportará frente al Gen 2 más reciente. Una vez más, hay muchas posibilidades de que los teléfonos más recientes tengan ventaja. Donde Razer ganará es en el tema de la refrigeración. A diferencia de la mayoría de los teléfonos, el Edge incluye un sistema de refrigeración activo, con seis rejillas de ventilación en la parte posterior del cuerpo. Durante los 45 minutos que pasé con el hardware, jugando y navegando por el sistema operativo, no se calentó en ningún momento, y sospecho que incluso la mayoría de los teléfonos gaming tendrían problemas para seguirle el ritmo. Eso significa que el Edge debería ser capaz de jugar a los juegos Android más exigentes sin problemas y durante más tiempo, y para algunos títulos sin duda sacará el máximo partido de su pantalla con frecuencia de refresco de 144 Hz. Entonces, ¿para quién es el Edge? Incluso después de probarlo yo mismo, sigo sin estar seguro. Si el objetivo es jugar en la nube sobre la marcha, no hay nada que haga que tu teléfono no haga igual de bien: cómprate un buen gamepad y ahórrate unos cientos de euros. Si el objetivo es jugar a los últimos y mejores juegos de Android a pleno rendimiento, entonces te irá mejor, y supongo que podría ganar adeptos entre los gamers comprometidos que no se atreven a usar un teléfono voluminoso y chillón las 24 horas del día. Lo que no es es una subversión al estilo Steam Deck, que desbloquea nuevas formas de jugar. No hace nada para liberarse de los límites de software de Android ni de los límites de hardware del formato smartphone. Razer tiene razón: el Edge no es un teléfono. Pero eso se refleja más en todas las cosas de teléfono que no puede hacer que en los extras de juego que sí puede.